Opinión: la Ley de Videojuegos En Chile...




Fuente: Jorge Maltrain Macho (PlayAdictos)

 

Tapar las portadas de los juegos con un logo que ocupe el 25% del espacio, como si se tratara de una vulgar cajetilla de cigarrillos, es el principal despropósito de un proyecto deficiente y que, en rigor, considera que los padres chilenos somos los más tontos y desinformados del mundo.

 
El 19 de diciembre de 2007 y firmado por seis diputados de la UDI, ingresó a la Cámara de Diputados uno de los proyectos peor fundamentados que, en mi condición de periodista, me ha tocado leer. Se trata del contenido en el boletín 5579-03 y que busca “regular la venta y arriendo de videojuegos excesivamente violentos a menores de 18 años y exige control parental a consolas”.
 
El proyecto, presentado con errores de ortografía y una redacción que demuestra la urgencia de una educación de calidad en nuestro país, basaba sus argumentos en “diversos estudios”, sin especificar cuáles, con la excepción de uno de 2003 que demostraba, a su juicio, los “efectos negativos de los videojuegos” que pueden ser “incluso más perjudiciales que la televisión”.
 
 

Un estudio respetable, seguramente, pero que puede ser claramente contrastado con todos los estudios, con nombre y apellido, que cité en una columna anterior para demostrar los múltiples beneficios, no sólo en el papel sino sobre todo empíricos, que tienen los videojuegos no sólo en los niños, sino también en los adultos.

Como parte de su exposición, ponen como ejemplo masacres y tiroteos como el de Virginia (Estados Unidos) en 2007 o el de Tuusula (Finlandia) ese mismo año.

Olvidan, sin embargo, que en el primer caso el agresor, el surcoreano Cho Seung-Hui, era un estudiante de literatura inglesa (¿vamos a calificar y rotular los libros entonces?) y que, además, entre las decenas de archivos de video que se le hallaron después, en ninguno mencionaba a los videojuegos como gatillador de la masacre.

Peor aún, en el segundo caso, el propio agresor, Pekka-Eric Auvinen, dejó escrito un manifiesto que fue difundido por las autoridades: “Esta es mi guerra, mis ideas, mis planes. No culpen a nadie más por mis acciones. Ni a las películas que he visto, ni a la música que escucho, ni a los juegos que juego o los libros que he leído. No, no tienen nada que ver con esto. Esta es mi guerra: un hombre sólo contra la humanidad, los gobiernos y las masas de mente débil del mundo”.

¿Cuáles son sus otros argumentos? La violencia de los juegos "Grand Theft Auto", que según escriben “se ha sumado a la tendencia de muchos niños de repetir en la vida real las misiones violentas contenidas en dicho juego”. En serio. O el famoso “morir es vivir” que los zombies de Resident Evil 4 coreaban a lo largo del juego, que ellos describen como “monjes en rituales con características satánicas”, pero que con mis hijos, que por ese entonces tenían 12 y 4 años, tomábamos para la risa al punto que todavía es una muletilla en nuestras conversaciones.

La verdad, el nivel de estos juicios "expertos" de nuestros legisladores ni siquiera merecen comentarios, pero nos demuestran una cosa: que los diputados redactores del pobrísimo proyecto (los gremialistas Gonzalo Arenas, Enrique Estay, Javier Hernández, Iván Moreira, Felipe Salaberry, Marisol Turres, Gastón Von Mühlenbrock y otros tres ex parlamentarios) jamás en su vida jugaron dichos juegos y sólo leyeron al respecto en algún volante de la Asociación del Rifle estadounidense, que cada vez que hay una masacre busca culpar a alguien más de las zafadas de tornillo de algún joven de su país que, por cierto, realizó dichos tiroteos con armas compradas legalmente en el bazar de la esquina.

Más aún, ¿alguno de ellos tomó alguna vez un control en su vida? ¿Iván Moreira habrá jugado alguna vez como Leon Kennedy? ¿Gonzalo Arenas habrá asumido el rol de Niko Bellic en el GTA? En fin...

 

¿LEY PAREJA NO ES DURA?

 

Varios puntos del proyecto original eran francamente un desastre. De partida, establecía la obligación de una calificación de los videojuegos, pero sin determinar quién haría dicha calificación o si bastaría, por ejemplo, con la de la estadounidense ESRB. Más aún, exigían que dicha leyenda, como si estuviéramos hablando de una cajetilla de cigarros, ocupara el 50% del espacio de ambas caras del envoltorio del juego. Hoy se redujo a un todavía inaceptable 25% de las carátulas, tanto al frente como al reverso.

Como si las carátulas de los juegos fueran genéricas y no parte esencial de la experiencia de comprar físicamente un juego. La verdad es que muchos preferimos el juego en caja al digital, precisamente, porque nos gusta tener su caja, su carátula, su disco impreso… pero claro, para estos genios de la legislatura es más interesante poner un letrero grande, en blanco y negro.

Si seguimos esta forma de discernir, ¿por qué entonces no se ocupa la misma rotulación para las películas en DVD o BluRay? ¿O en los enormes posters de los cines? Más aún, ¿es que los chilenos somos tontos que seremos el único país en el mundo con una rotulación de este calibre en los videojuegos?

Por cierto, mis dudas se las planteé directamente al diputado Fuad Chahín, de la Democracia Cristiana, quien estará en la Comisión Mixta que resolverá el último paso legislativo de la norma, que por fortuna no logró el quórum requerido para ser aprobada en su último trámite, luego de que se abstuvieran seis diputados: el RN Pedro Browne, los socialistas Marcelo Díaz y Osvaldo Andrade, además de los comunistas Lautaro Carmona, Hugo Gutiérrez y Guillermo Teillier.

Chahín, quien fue incluido en la Comisión Mixta sin siquiera haber estado en la votación, afirmó que “el derecho a la información adecuada” predomina sobre la apreciación artística de una carátula, que “el cine y las películas tienen también su calificación y los padres tienen mucho menos conocimiento cuando compran videojuegos para sus niños” y, ya muy molesto con mis preguntas, que “no me parece raro, en absoluto” ser el único país del mundo donde a los gamers los tratan como tontos, pues “la experiencia comparada ha demostrado que la legislación es perfectible".

 

UNA LEY MALA Y VACIA
La norma, ya aprobada en el Senado, tiene una serie de otros vacíos. Por suerte, dejaron abiertas algunas puertas que permitirían caratular los juegos de tal modo de no invadir las portadas impresas de los juegos. No obstante, hay otras omisiones aún más profundas.

De partida, regula la venta física de los juegos, pero no la cada vez más creciente industria digital, donde nadie certifica quién compra un juego dentro de una familia. Un punto que fue discutido durante la última votación en la Cámara y que quedó en el aire dentro de la discusión.

Así, de hecho, nos lo aseguró el diputado Enrique Jaramillo, del PPD, quien afirmó a PlayAdictos que “sentí que el diputado (Gonzalo Arenas, uno de los impulsores del proyecto) estaba poco preparado” respecto al tema.

La norma, además, pedía a los fabricantes de consolas tener un sistema de control parental… sí, para que los mismos padres que jamás en su vida han tomado un control sean, justamente, los que establezcan cuánto juegan sus hijos configurando las máquinas.

Y, por cierto, establece multas elevadas a la industria en el caso de vender o arrendar a menores de edad juegos “no recomendados para menores de 18 años”, aunque sin normar cómo se efectuaría la fiscalización o cómo controlar este “delito” en las descargas digitales.

EL ULTIMO TRAMITE
En este caso, la flojera habitual de nuestros diputados fue positiva. Y es que, de los 120 que debieron estar presentes trabajando el día de su votación, sólo 69 dijeron presente. Y, de ellos, gracias a quienes se abstuvieron, el proyecto fue rechazado al tener sólo 63 votos a favor y no cumplir con el quórum que necesitaba.

Esto entrampará la norma por un tiempo, pues claramente no es una de las prioridades del gobierno, que es el que establece las urgencias.

¿Y quiénes serán los iluminados que fijarán estas normas tan importantes para nosotros los gamers? Parlamentarios que, sin duda, son ávidos jugadores y entendidos en el tema, como los senadores Jovino Novoa (UDI) y Andrés Zaldívar (DC) o los diputados Chahín, Mónica Zalaquett (UDI) o José Manuel Edwards (RN)…

Que los dioses de los videojuegos nos pillen confesados…